El humor sostiene la vida. Entrevista a José Lalupú Valladolid / Houdini Guerrero
- Tertulia Cero
- 3 sept 2019
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 11 may 2020

Entrevista al Dr. José Lalupú Valladolid por Houdini Guerrero, aparecida en el Diario El Tiempo, Suplemeto Semana, el domingo 18 de agosto de 2019.
José Lalupú Valladolid (1981) es una de las voces jóvenes más talentosas y contundentes de la narrativa piurana. Con apenas un poemario y dos libros de cuentos a cuestas, ya ha sabido ganarse un lugar en la literatura piurana y en la preferencia de los lectores. Con motivo de la aparición de la tercera edición de “Perra memoria” lo abordamos para conversar sobre su obra. José Lalupú nació en Chulucanas en 1981. Ha publicado el poemario “Haikus” (Hesperya, 2008) y los libros de cuentos “Ciudad Acuarela” (Ediciones Altazor 2013) y “Perra memoria” (Lengash, 2015 y 2016).
¿Qué hecho o circunstancia motivó tu acercamiento a la literatura?
Sin duda alguna, el mundo de oralidad en el que crecí. Yo viví mi niñez en los ochenta, en Chulucanas. Era una época en la que las computadoras no existían ni los celulares, solo había fluido eléctrico por las noches; entonces, no era un mundo audiovisual como el de ahora, sino un mundo en el que el diálogo, los relatos orales eran el pan de cada día. Recuerdo que incluso entre los niños existía la costumbre de usar muchos refranes en nuestra comunicación cotidiana; y, por supuesto estaba la sobremesa, en la que mi padre, que era un gran escritor y no lo sabía, nos encandilaba a todos con sus anécdotas e historias. Él era comerciante y viajaba mucho por el Perú, así que cuando volvía a casa, venía con una maleta cargada de historias que, ahora sospecho, muchas de ellas, él inventaba.
Empezaste escribiendo poesía. ¿Crees que la poesía necesita un sustento teórico que la explique? ¿Dónde te sientes más cómodo en la poesía o en la narrativa?
Empecé escribiendo poesía, como muchos, como una especie de terapia adolescente para sobrellevar los amores imposibles en el colegio. Yo creo, sinceramente, que la poesía no necesita ninguna explicación, que la poesía puede existir por sí misma y eso basta para los poetas; pero, por otro lado, creo que explicar la poesía enriquece tremendamente la cultura, dado que da lugar a un diálogo que supera lo literal y evidente y nos lleva a desentrañar símbolos, a repensar el lenguaje y sus misterios, algo que no produce la lengua estándar. Hay fenómenos muy humanos y extraliterarios que no podríamos explicar si no es a través del lenguaje literario, como por ejemplo el complejo de Edipo, el Narcisismo o la figura del don Juan. Yo empecé escribiendo poesía, para luego asentarme en la narrativa; y, sin embargo, el primer libro que publiqué fue un libro de poesía haiku; luego ya vinieron mis libros de narrativa Ciudad acuarela y Perra memoria; pero déjame decirte que me siento más cómodo en ese terreno misterioso en el que la narrativa está cargada de poesía o en el que la poesía está cargada de narratividad. ¿Y cómo se manifiesta esa pulsión poética en tu narrativa? A través de un rechazo por el lenguaje plano y directo, creo que una metáfora, una personificación, un símil o un adjetivo bien utilizados embellecen mucho la expresión narrativa. Mira cómo Ribeyro empieza uno de sus mejores cuentos: “A las seis de la mañana, la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos…”
La literatura es búsqueda permanente. ¿Qué buscas en esta nueva edición de "Perra memoria"?
Lo que he buscado desde la primera edición: crear un artefacto narrativo y poético que remueva las nostalgias de quien pudiera leer ese libro. Yo creo en un autor que es capaz de hacer que los lectores sientan lo que sus personajes sienten y queden devastados. ¿Consideras que en tus cuentos solo hay historias o existen elementos que buscan perturbar al lector? Creo que las buenas historias son justamente aquellas que perturban al lector; entonces, en ocasiones, he procurado engañar al lector entregándole un final distinto al que esperaba, jugar con sus expectativas, crearle un conflicto cognitivo, en el sentido de hacerle dudar de sus creencias. Ahora estoy escribiendo un libro de relatos en los que la humanidad intenta reconstruir torpemente una condición humana que ha olvidado. En los cuentos “Perra memoria”, “Descubrimiento del arte abstracto”, “De arte, vanguardia y muerte” y “Persistencia de la pintura” aparece siempre el tema pictórico. ¿Qué relación crees que existe entre la pintura y la literatura? Primero debo contarte que yo también pinto, pero lo hago muy esporádicamente, porque cuando cumplí diecisiete años sentí que debía decidir entre la pintura y la literatura, y opté por esta última. El tiempo me ha demostrado que fue una decisión afortunada. Y ahora sí para responder a tu pregunta, creo que entre la pintura y la literatura hay una conexión muy cercana, creo que lo que dice la pintura puede ser lo mismo que dice la literatura; entonces, hay cuadros cargados de mucha poesía y relatos en los que el lenguaje verbal cede a las imágenes y a los colores. Además, creo que las preguntas y los dilemas estéticos que se plantean pintores y poetas son muchas veces los mismos. Son dos artes que se retroalimentan, por eso en Persistencia de la pintura, pongo al lector frente a una exposición, y quienes cuentan la historia son los mismos cuadros dentro de los cuales fluye un mismo universo. Aunque renuncié a la pintura, entre mis preferencias plásticas ha sobrevivido el dibujo. En setiembre debe de estar saliendo mi primer libro de cómic.
El personaje innombrado de “Perra memoria” es un estudiante universitario, lo mismo el de “Descubrimiento del arte abstracto”. ¿En qué medida te marcó tu paso por las aulas unepinas y sientes como tu personaje la “tentación de literaturizarlo todo”?
Si yo mereciera el título de escritor, es un título que en gran parte debo a la Universidad Nacional de Piura, dado que en ella tuve grandes maestros y recibí la formación académica que necesitaba; pero, además, porque a nivel vivencial, la Universidad es un espacio riquísimo en el que he saboreado grandes experiencias vitales. Ahora, sobre la tentación de literaturizarlo todo es un pecadillo en el que siempre he caído; testigo de ello son mis amigos más cercanos quienes la mayoría de veces no pueden determinar si lo que les cuentos es ficción o realidad, si les estoy hablando en serio o los estoy vacilando.
En “Perra memoria” y “Celebración de la muerte” hay pasajes “carnavalescos” donde el desenfreno se apodera de las páginas, pienso en la Patrulla salvadora y en el final del partido de futbol. ¿Qué opinas del uso del humor en la literatura?
Creo que el humor sostiene la vida, mira que sin el humor los peruanos hace mucho nos habríamos muerto con tantas crisis; es un recurso de sobrevivencia, y como la literatura refleja o recrea la vida, el humor es parte importante de ella. Hablo de un humor totalmente diferente del humor directo de los chistes, hablo de un humor que está agazapado y que de pronto brota ante los ojos del lector y le dibuja una sonrisa en la cara; y que muchas veces es producto del lenguaje mismo, y no de lo que este cuenta. Mira que hace tiempo yo vengo pensando que en nuestro dialecto piurano hay una serie de palabras cuya fonética de por sí ya es pícara y que puestas en medio de una oración formal resultan muy graciosas, palabras como malarrabia, rachi rachi, pespita, chucaque ronchudo, garañón y muchas otras.
En “Fábula del patriarca del sur” encontramos a un personaje poderoso que no puede escapar de los artificios del poder. ¿Es este cuento una alegoría del poder o un renunciamiento a los sueños de libertad?
Es una alegoría del poder, del poder corruptor; y es, además, un tema muy latinoamericano y muy actual, porque el tema central del cuento es el del líder popular, o supuestamente popular, que se enfrenta al poder corrupto y opresor para, una vez llegado al poder, convertirse en aquello que combatió… Estimado Houdini, ¿no es esa acaso la historia de Alejandro Toledo y de tantos más de nuestros gobernantes?
El Pantaleón que aparece en “De arte, vanguardia y muerte” busca la belleza en el horror. ¿Es el arte compatible con la destrucción, con el horror, con la muerte?
El horror y la destrucción con todos sus matices son rechazables y, como humanos, no debemos dejar que ocurran. Sin embargo, hay en la muerte, en la violencia una cierta belleza que podemos apreciar sin deshumanizarnos cuando está velada por el arte, cuando todo ese horror ha sido filtrado por la poesía, la pintura o el cine. Te pongo como ejemplo, la guerra, horrible cruenta e indeseada, pero ¿no podemos acaso vivir una experiencia estética cuando leemos La Iliada o vemos La vida es bella? Lo ideal sería que el horror se quedara por siempre dentro de los cuadros y los libros.
Uno de los personajes de “Ñañañique” afirma: “Decir “Te amo” no solo es decirlo, sino también hacer un ejercicio de ese amor” y otro en “Etemenanqui” recuerda que su padre le dijo que el amor era algo que podía matar y dar vida al mismo tiempo, ¿qué rol cumple el amor en tu literatura?
El amor es vasto e insondable, cómo el océano… ¿cuántas criaturas esconderá el océano que el hombre no ha podido descubrir?, así es el amor, entonces, un misterio. Es difícil definirlo, que es una manera de limitarlo, o explicarlo o reproducirlo; pero, pese a eso, ese es el trabajo del poeta y no puede renunciar a ello. Así que, aunque el amor es un tema recurrente en mis cuentos, creo que hay en ellos apenas un pálido reflejo de lo que es; pese a lo cual, el amor es el motor, la savia que mueve a los personajes de mis cuentos.

En “Persistencia de la pintura”, encontramos a Johanna, una chica que regresa a la casa de su niñez; y que el lector a través de un espejo identifica como víctima de la violencia familiar. También encontramos reminiscencias al pasado tallán. Pero en todas las acciones del relato –aún sin decirlo- prima la violencia. ¿Somos víctimas de la violencia o cómplices de ella?
Somos víctimas cómplices, y nuestra Historia está hecha de barbarie. Aunque hemos conquistado el raciocinio y los altos sentimientos de la civilización, siempre salta el animal que fuimos y que somos. Parece que la violencia está en nuestros instintos y estos nos superan, incluso para autodestruirnos.
Hay mucho que hacer en el terreno de la educación emocional y la educación ciudadana. ¿Cómo se filtra Piura en tus cuentos?
Siempre, incluso cuando no hago que Piura sea el escenario de mis cuentos, siempre está presente, aunque solo sea un clima o un estado de ánimo. Etemenanqui, por ejemplo, es un cuento que transcurre en Senaar en un valle entre los ríos Tigris y Eufrates, donde los hombres varios siglos antes de Cristo construían edificios que eran un puente entre la tierra y el cielo; ahí, en la antigua Mesopotamia, el cuento tiene una atmósfera emocional muy piurana. Piura es un hermoso lugar para vivir, y yo me siento feliz de ser piurano, creo que, a nivel cultural, y, sobre todo, lingüístico, somos una tierra privilegiada; de ahí que Piura tenga grandes poetas y narradores.
Dice Siri Hustvet: “Escribir es un modo de localizar mi hambre, y el hambre no es sino un vacío”. ¿Por qué escribes?
Escribo porque como ser humano tengo una propensión natural hacia la belleza, que yo identifico con las palabras. Escribo porque creo que en la poesía las palabras se parecen a los actos, porque cuando el poeta escribe, también grita, llora, se revela, muere…
¿Qué es lo que sientes que aún nos ha podido plasmar en tu narrativa?
Muchísimo. El camino recién empieza.
Sartre afirmaba que la jerga de cualquier sitio, de cualquier país del mundo, constituye el lenguaje más poético. ¿Por qué en tus escritos no aparece la jerga?
Creo que aparece en el cuento Celebración de la muerte, y también en algunos cuentos aún inéditos como Grietas en la oscuridad o La venganza de Cienfuegos. Ahora, déjame decirte que el lenguaje popular en todas sus formas, me parece a mí también muy poético, y conforme siga descubriendo la belleza de su resonancia fonética, seguirá apareciendo en mis narraciones. En el cómic que pronto publicaré llamado Bandolero retiráu he abordado de manera plena ese lenguaje cantarino y multicolor de nosotros los piuranos.
¿Cuál es el rostro de la cultura en Piura?
Afortunadamente, no tiene un solo rostro, y ahora hay mucha gente pintando, escribiendo, haciendo teatro, gente joven y muy talentosa. En contracorriente al pesimismo que generan nuestras cifras en Educación y a la banalización de la cultura, hoy se publica mucho, se montan exposiciones y obras teatrales; los jóvenes escritores, como los chicos de Tertulia cero, por citar un caso, se van haciendo poco a poco de un público que queda seducido por su propuesta fresca y estética. Por otro lado, están nuestras formas culturales ancestrales que siempre están revitalizándose, hablo de la cerámica, la alfarería, la artesanía, la poesía popular.
El hombre es valioso, según Maupassant, cuando lucha contra algo. ¿Contra qué molinos lucha Lalupú en Piura?
Contra el silencio, que se puede llenar con la belleza de las palabras; contra la indiferencia de las autoridades, que se pude vencer creando conciencia ciudadana; contra la ignorancia, que se puede cambiar con la educación y la cultura.
Eres autor de una tesis sobre racismo en Piura. ¿Cómo crees que este se manifiesta en la literatura?
El racismo en el Perú es un fenómeno muy particular, porque no se manifiesta, salvo excepciones, de manera directa y abierta; sino más bien solapada y silenciosa, eso lo hace más peligroso y difícil de erradicar. El de la discriminación es un discurso que han interiorizado tanto los peruanos que incluso los discriminados lo defienden, y eso da lugar a que situaciones de discriminación pasen desapercibidas; por ejemplo, la mala costumbre del aparato estatal de “castigar” a los malos funcionarios públicos mandándolos a la sierra o a las zonas rurales... ¿Qué culpa tienen esos peruanos? Ahí se hace efectivo ese discurso de Alan García del ciudadano de segunda clase; otra forma de discriminación invisible y aceptada por todos es que la televisión, sobre todo la publicidad no muestre la variedad racial que tiene nuestro país, como si hubiera una parte de ella que fuese necesario ocultar por vergüenza, o que en las series de televisión las personas con rasgos andinos sean siempre las personas de servicio o los delincuentes. Somos un país de contradicciones: un día celebramos a Gladys Tejeda y nos enorgullecemos de nuestro pasado andino, y otro día nos reímos de la Paisana Jacinta; y remarco eso: no con la Paisana Jacinta, sino de la Paisana Jacinta, y de todo lo que ella representa. Eso por supuesto, lo ha recogido la literatura: en el Perú el racismo se vuelve autorracismo, y ahí está el cuento Alienación de Julio Ramón Ribeyro que lo ilustra perfectamente: nosotros mismos nos sentimos disminuidos por nuestros rasgos autóctonos y hemos interiorizado un modelo de belleza que no tendría que ser el único, pero que todo el día la publicidad nos machaca.
¿El mensaje final de Etemenanqui es que estamos condenados a no entendernos o representa la inutilidad del amor?
Etemenanqui es una recreación literaria del relato de la Torre de Babel. No creo que estemos condenados ineludiblemente a la incomprensión, pero sin duda que es un gran problema que proviene de que cada ser humano sea un universo de incertidumbres y contradicciones: decimos una cosa, sentimos otra y hacemos otra; así es difícil que podamos entendernos, pero no debemos dejar de intentarlo. El cuento no representa la inutilidad del amor, porque el amor es siempre útil, aunque sea para morirnos de él.
¿Abel Regas es el símbolo del machismo piurano o la representación de los límites de este?
El símbolo, sin duda; fíjate que yo no lo había visto así, pero es que hemos crecido en una sociedad tan machista que es difícil desarraigar de nosotros mismos ese discurso pernicioso. Creo que es un tema en el que la educación tiene mucho que decir y hacer; por eso creo que es importante implementar una educación con enfoque de género. El machismo es un discurso tan interiorizado que incluso en ocasiones las mismas mujeres lo promueven, cuando, por ejemplo, las mamás mandan a que solo las niñas sirvan la mesa o laven el servicio, cuando las hermanitas deben lavar la ropa de los hermanos, cuando las señoritas no sienten la obligación de ceder el asiento a las personas mayores porque creen que debe hacerlo un varón o cuando las mujeres no pagan la cuenta en los restaurantes (ríe). Sin embargo, soy optimista y veo que, sobre todo entre los jóvenes, esas costumbres van cambiando.
Finalmente, luego de una larga trayectoria académica y literaria, ¿has encontrado “La palabra mágica” que buscaba el Víctor León de tu cuento?
Ese cuento narra la historia de un escritor que sacrifica su vida buscando una palabra que lo diga todo. Como el personaje del editor en el cuento, yo tampoco creo que esa palabra exista; sin embargo, creo que el deber de los escritores es buscar esa u otras palabras para describir el mundo o resumir la belleza.
José Lalupú Valladolid.- Nació en Chulucanas en 1981. Es Licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Piura. Doctor en Educación. Ha publicado los poemarios Haykus y Es la garúa. Es coautor de las antologías: Estirpe púrpura, diez años de la poesía y narrativa en Piura (2010) y Metáfora, la expresión literaria en la Universidad Nacional de Piura (2011). En narrativa, ha publicado los libros Ciudad Acuarela (2013) y Perra Memoria, libro que cuenta con tres ediciones. Entre los distintos premios y distinciones obtenidos, podemos mencionar: Primer Puesto del Concurso de Cuentos para Escritores Noveles en el 2007, y finalista del Primer Concurso Nacional de Microrrelato Bibliotecuento 2016 y finalista del XIII Concurso Internacional de cuento Ciudad de Pupiales 2018 en Colombia.
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