Fiesta en el taller. Un cuento inédito de Aarón Alva
- Tertulia Cero
- 21 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 21 jun 2020
En total, las faltas sumaban 1386 soles, aunque nos habían dicho que con 400 se podía hacer humo el documento. Fred se lo pensó un momento, pero luego dijo que en el Perú, pensar en el Karma a futuro era como creer en leyendas para asustar a niños cobardes a la hora de dormir, mientras los padres se alistaban para el sexo. Acepté acompañarlo.
—¿Un sastre? —dijo Fred.
Yo alcé la vista y comprobé el número del departamento. Era la dirección correcta. La puerta estaba abierta y, dentro, un hombre con un centímetro al cuello conversaba con una mujer gorda. Alrededor suyo había mesas con vestidos y trajes de hombre. El tipo nos hizo una seña de espera.
—Y, ¿cómo serían los encajes? —preguntó la mujer.
—De seda y con hilillos dorados —dijo el sastre.
—Lo quiero de lino, pero consiga uno fino.
—Está bien. Además, le haré el encaje a la aguja y no al bolillo.
La mujer tenía en todo momento los cachetes doblados en un gesto de grotesca esperanza. Era gorda y le hablaba al sastre sobre una fiesta. Cuando el hombre mencionó la palabra Charmeuse de color perla, dudé si nos habían enviado por simple morbo a hacer el ridículo. La gorda le entregó unos billetes y dijo que pronto volvería con su hija.
—¿En qué les puedo servir? —nos dijo el sastre.
A mi lado, Fred parecía un ser vaciado de alma. Lo miré como reiterándole que yo solo era su acompañante y que mejor se apuraba en hablar.
—Nos envía Agustín —habló con una voz que no era suya.
—¿Agustín qué? —dijo el sastre.
—Mercado.
A pesar de que era Fred quien chorreaba temor en su voz, noté la mirada del tipo como sujeta a mí.
—Bueno —dijo—. Ese no es su nombre verdadero.
Fred movió compulsivamente los labios, vacíos de palabra.
—Pero tampoco se lo iba a decir —dijo el sastre—. Dígame, ¿qué infracciones ha cometido?
Fred nombró las infracciones. Me recordó a un niño recitando de memoria la tabla de multiplicar delante de su madre severa. El hombre sacó un montón de hojas engrapadas de un escritorio cercano y le pidió a Fred repetir lo dicho.
—Veamos —dijo el sastre—. Código M 17. Cruzar una intersección o girar, estando el semáforo con la luz roja y no existiendo la indicación en contrario. Infracción: Multa! 12% del UIT. Calificación muy grave. Puntos que acumula: 50, media preventiva: remoción del vehículo; Código M.27. Conducir un vehículo que no cuente con el certificado de aprobación de inspección técnica vehicular. Multa: También el 12% del UIT. Calificación muy grave. Puntos que acumula: 50. Medida preventiva: retención del Vehículo. Finalmente: Código M.28 Conducir un vehículo sin contar con la póliza del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, o Certificado de Accidentes de Tránsito, cuando corresponda o éstos no se encuentren vigentes. Multa! 12% del UIT. Calificación muy grave. Puntos que acumulan: 50 Medida preventiva: retención del vehículo. En total, 1386 soles.
Fred asintió. El hombre seguía serio, pero no dejaba de mirarme.
—Se lo puedo resolver por 700 —dijo entonces.
—Nos dijeron que sería 400 —intervine.
—Son tres multas. Luego se acumulará más.
—Por favor, que sea algo menos —dijo Fred.
—Si desea podría no pagarme nada y desmantelar el carro en La Victoria. Pone la denuncia como auto robado y el SAT jamás lo encontrará. Asunto arreglado.
Fred tenía el rostro como vencido por la resignación. No reuníamos los 700 soles, pero estábamos en el inicio del trato, y a esta clase de tipos siempre les gusta hacerse de rogar.
—Tiene que ser menos, señor sastre —intenté sonar decidido.
—El carro ni siquiera es tuyo, ¿cierto, chico? —dijo el sastre —¿Cuántos años tienes?
Fred calló.
—700 soles para que tu padre siga pensando que eres un buen muchacho. ¿Eres su hermano?
—No —dije.
—Eres un buen amigo que cubre la cagada de su amigo delicado.
—Por favor…—dijo Fred.
—¿Cuánto tienen?
—Ya le dijimos. 400.
El hombre se tronó los dedos y cerró largo rato los ojos. Luego caminó hacia una mesa donde empezó a manosear un vestido.
—No es suficiente…
—Pero…
—Pon los 400 sobre la mesa y tú ven conmigo —dijo el sastre, dirigiéndose a mí.
*****
Veo a Kenny cogiendo el vestido y seguir al sastre hacia un cuarto trasero. Aquella escena se repite como las ovejas infinitas que saltan el cerco de la granja para hacerte dormir. Pero no duermo. Veo a Kenny de nuevo, no han pasado ni cinco minutos y su cara parece la de un feto pálido al que aún no le crecen los ojos, la nariz ni la boca. Es un vestido melón, como el de una quinceañera. Una quinceañera cuyo salón de cumpleaños está por completo vacío, y sabe que el chico elegido para acostarse con ella y hacerla mujer no vendrá jamás. Todo a su alrededor está tirado y lleno de un espeso líquido blanco. No es su fiesta, sino la escena de una porno. Kenny dijo que el sastre solo tenía cara de huevón, pero que en verdad los únicos huevones éramos nosotros. No. Nosotros no. Kenny, la quinceañera de 400 soles. Kenny y el sastre salen y el sastre de frente a mí ahora marca este número y dile que llamas de parte de Máximus. Lo hago, menciono a Máximus y una voz me pide mi nombre completo. Kenny, la quinceañera, está pero no está. No tengo a quién recurrir y suelto mi nombre. Unos datos más y cuelgo. El sastre nos dice váyanse, consideren su asunto arreglado, y le echa un beso volado a Kenny, la quinceañera. Estamos en la calle, ¿qué le pregunto? Mejor lo dejo hablar, pero no habla, para un taxi y se sube sin siquiera decir la dirección. Arranca veloz. Estoy en una vereda sin gente. Estoy en mi cama oscura. Kenny debe estar en su cama oscura, en pijamas, con los poros de su cuerpo respirando libres luego de haberse embutido en ese vestido de quinceañera. Ya se le pasará.

Ilustración: Lucía Portocarrero
Aarón Alfonso Alva Hurtado. Es concertista de Guitarra clásica, Músico Licenciado en la especialidad de guitarra por la Universidad Nacional de Música. En la actualidad se desempeña como docente de guitarra clásica, redactor y editor general del medio cultural “Cuenta Artes”.
Desde el año 2014 se dedica también a la escritura de cuentos y artículos para medios culturales. Algunos de sus textos han sido publicados en las revistas: “El Bosque”, “Campo de Letras 80’s” y el medio digital Café Society.
En el 2017 publicó los libros “Cuentos Ordinarios” y “El enigma de la silla rota”. Desde entonces, Alva ha recibido buenos comentarios de distinguidos literatos nacionales e internacionales.
Datos de contacto:
Cel: 991267134
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