Los altos acantilados de tu isla. 5 Poemas de Manuel Prendes
- Tertulia Cero
- 8 nov 2019
- 3 Min. de lectura

ARMADO DE UNA CAMA POR ULISES
Tú busca lo primero la madera necesaria,
digamos que un olivo centenario, tal vez un algarrobo
del que tu sangre se haya estado alimentando
hasta donde nadie sea capaz de hacer memoria,
cuyo tronco se incline reverente ante la tierra bermeja que fecunda
y ofrezca a la doma y la montura su grupa de serpiente mineral.
Lea tu mano atlética con larga suavidad de hilo de lana
la premonición de grietas y de arrugas escrita en la corteza,
que habrás de regresar a la lisura del retoño, piel de novia.
Transfunde con la lija y el escoplo la fuerza de tus años de paciencia,
la premura de una tribu cuando alza por primera vez su altar.
Que las mejores telas del ajuar lo envuelvan y tras ellas
los muros de tu alcoba, de tu casa, las murallas de tu ciudad,
los altos acantilados de tu isla se ciñan como cofres sucesivos sobre su último secreto.
TODAVÍA NO
"porque hoy, faltando tú, me falta el agua"
Carlos Villa Flor
Porque te quedan todavía traiciones que perdonarme
y yo guardo aún en mis venas tinta roja
que se quiere verter sobre tus páginas,
porque te llevas el espejo inalcanzable
de valor y las largas sobremesas
que ya no volverán a repetirse,
porque me debes todavía otro consuelo,
porque te falta otra montaña a que guiarme,
deshecho como andrajo, yo ahora imploro
a aquel que te arrebata tal vez porque te ama
un soplo más de nuevas horas que entregarnos.

TARSICIO
Empieza como un juego emocionante
aunque soy tan pequeñito ya tengo mi misión
red de superagentes y ya soy por fin alguien
para que de pronto te empiecen a llover
de risa en risa y gota a gota los gargajos
más luego la tormenta de arañazos, de pedradas,
repelones, puntapiés en bajo vientre,
cien manos y mil manos ofendidas contra ti
mientras te abrazas
a esa sola y frágil verdad que hay en tu seno
que ignoran y que odian hasta el hígado
esos tus amiguitos,
las más inocentes criaturas de este mundo.
LA NOTA
Bajo un acantilado de libros y cerámicas,
oía voces de bruja pisando en la madera
-tarde morosa y gris de lluvia afuera-.
Su soledad rompía de niño que agoniza
cuando se zambullía en una
sola
nota
de cristal muelle, lágrima temblorosa
nunca lo suficientemente eterna.
Abría los ojos luego: cocodrilo picassiano,
miraba sonreírle las teclas de su piano.
CONTRA NOSTALGIA
La nostalgia tiene nombre de dulce enfermedad,
esa ele con su ge que suena a ángel
rompe tan limpiamente
como rompe cualquier ola recordada por un poeta viejo
a los pies de cierto niño en el crepúsculo.
Digo nostalgia y estornudo en la palabra
besos y travesías que son siempre los primeros.
Dices nostalgia, y aquella pena negra es más sabrosa
que tu propio pan gris de cada hoy.
Dices nostalgia y es perfume sin espinas,
rojo de flor mas no de sangre,
bronce para esculpir una pelusa blanca.
Ella te enreda entre los hilos de una turba
de pajaritas que se escriben con letra bien menuda
para nublar esa película de mugre
que exudaban las olas cada tarde.
Manuel Prendes Guardiola.- Es profesor de literatura en la Universidad de Piura. En esta ciudad participó en la redacción y publicación del boletín literario magenta entre 2005 y 2011. Es autor del blog literario Maceta en el Páramo.
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