Los límites de nuestro andar: cósmica y guerrera. 4 Poemas de Amapola Araya
- Tertulia Cero
- 14 ago 2019
- 4 Min. de lectura

CAMINANTE
Transito percibiendo sin ojos
el aullido de las montañas,
su cuerpo respirando
cual cascada.
La vida pura tal niña verde
recién parida.
Los límites de nuestro andar:
son los miedos.
Los límites de nuestro andar:
son las sombras.
No suelo conformarme con tus nombres
sin hacernos el amor en sueños.
Somos carne obrera
que cultiva desde las alturas
la miel sabia y curandera.
Cristalina abundancia
es la piel agrietada
que permanece en tus surcos.
Eres el rostro de las grietas
hace mil años guarecidas.
En el fluir de la cascada
oigo tus impetuosos latidos.
Te siento en un soplido.
Nazco cien veces respirando tus venas
Aquí estamos enfrentando tu fuerza
de cóndor sagrado,
de puma fugitivo.
Piel seca que se hidrata
al canto
de una serpiente.
Me uno al cuerpo caminante,
de la humanidad errante.
El cántico constante
de un ritual que nunca acaba.
Mil llamas que se dilatan
queriendo incendiar
el movimiento contenido.
Ondulante fertilidad
al pulso de lluvia
se reverdece.
No hay silencio como este
de selvática resiliencia.
Dibujo floridos imaginarios
para no perderte un segundo.
Quiero llorarte un diluvio
pariendo orquídeas cariñosas.
Aquí estoy
siendo más que hueso.
Aquí anduve
quien sabe cuándo.
Pisando piedras
brotando de río.
Desnuda me abro al vacío.
Poblándome salvaje
los abismos.
Las estrellas con su silbido
me abrazan,
alivian las heridas
las que cargo hace más de cinco siglos.
Sus mil ojos de plata
oscilan en el cosmos
vestidas brillantes de sangre.
Toman nuestros vientres
en sacrificio
para el renacer de la fuerza antigua.
Aquí yacen los trozos de tierra
Pedazos de memoria sangrantes.
Los bebo en la cumbre de la montaña
más erguida.
Vibro junto a ella
y el viento.
Me uno a tus hojas
y soy negritud hilarante.
Soy animal
Somos animal
Surco extrema
la selvática vida
¡Soy flecha!
De árbol-en árbol-en tierra.
No me siento a esperar
me uno a ti
cósmica y guerrera.
LA ÑUSTA EN EL LAGO
Largas mis trenzas.
Adorno de alpaca/mujer.
Nazco en la primera estrella.
Me entremezclo con las sirenas perdidas,
en algún ocaso de la memoria.
Te miro en el horizonte,
sanaste tu sueño con muña
y tu cuerpo con san pedro.
Tarareamos juntas las indígenas:
charango querido jilguero mío.
Con los senos desnudos,
el vientre se abre
para nacer a la ñusta del lago.
Cubro de sangre cristalina
el Titicaca de los misterios.
Yo no muero efímera.
Permanezco en las piedras
en tus pinturas
de mujer, alucinando.
Aquí estoy abrazando tus lamentos
kullaka amada.
Con olor a humo
uno mi canto a tu llanto.
de inquieta luz lunática.
Vuelvo siendo miles.
Montada a la vida
galopando la historia desmembrada.
Tengo la necesidad constante
de reflejarme
para no deshacerme en fluidos.
Aquí me hallo.
En el azul silencio de las sirenas.
Abriga tus penurias
con el viento de mis hojas.
Brotan de tus manos
puñados de medicina
para sanar a la ñusta que habitas.
En la celebración
de los sagrados peces.
danzamos impregnadas
de tu brillo de ñusta.
De tu vestido húmedo.
Para no perdernos,
en pensamientos de vacío.
Ahora lluvia
Ahora selva
Pues nuestra inmensidad,
es el cuerpo líquido
que abre ante los ojos
los misterios del nacimiento.

EN LA SEQUÍA DE MIS SUEÑOS
He soñado cinco noches.
Tengo un sueño
profundo y tormentoso.
Despierto electrizante
caminando la línea
que atraviesa desde
las plantas
hasta mis cabellos morenos.
Sueño que el cielo
llora mis penas.
Llora junto a mí
ahogando la maleza.
Desde el suelo en cementado
emana una humareda grisácea.
Pienso en los humos que
expulsa mi boca /seca
Asisto al cielo
llorando junto a mí,
como una madre /luna/ y su niña /flor/
Revolcando sus lágrimas
en esta tierra /seca
/Quién podará la parra
Quién cosechará al viento las ácidas papayas/
Aún me percibo líquida
como derramándome entre mis piernas.
¡No sé por qué me tienen encadenada!
Me vuelven sueño/sangre/imagen.
Dibujé el circular mapa
de mi transitar entre cerros y fuego.
Bajo la lluvia que no llega,
me siento a ensalivar mis grietas /secas
La quinta noche desperté
en un bote azulado
sin nombre.
Mis pupilas vibraban con la mar.
En mis oídos,
gaviotas amaneciendo.
En una danza espiral,
dialogaron plumas en ritmo dual.
Mi piel en movimiento
no se negó al viento.
En rítmico palpitar,
viajamos sedientas abriendo los cielos.
ESPIRAL NOCTURNO
Aquí aguarda la vida
entre muros blancos
los que resuenan en fríos alaridos.
Aquí aguardo lastimosa,
secándome los cabellos de sangre,
haciendo amalgama de aullidos
desde mi vientre hasta la punta de mi lengua.
¿Por qué no has tocado la puerta?
Porqué un candado de acero, y luego tragas la llave.
Mis oídos permean
la sutil voz de los enterrados,
la insípida voz de los olvidados.
Sin embargo, las flores muertas
componen una delirante melodía
como el canto de un charango
el final de una noche perdida.
Dual melodía.
Aquí aguardo un rezo,
una danza, una antorcha.
Luna inquieta caliente,
te oigo impetuosa en el maíz de los días.
Hay abundancia en tus diamantes desnudos.
Dame ese segundo para saborear las semillas
y dejarlas caer en el fértil subsuelo.
Óyeme bien
ésta es la última palabra
que dejarás antes del umbral de fuego.
Sabemos que no te desvaneces con los astros.
Estas plasmada infinita
en las piedras del recuerdo.
Aquellas nunca callan
solo aguardan su voz de silencio.
Serpiente nocturna,
que danzas sobre esta patria desgarrada.
Te contaré la estrellas,
para que vuelvas a tu fuego.
Una por una con preciosa cautela,
rozas los poros
y abres tus entrañas
queriendo derramar el veneno más puro.
Te nombro
Mas, no tienen letra tus pieles:
son los símbolos milenarios,
que cincelaron los antiguos.
Has mudado incansable.
Has olvidado y vuelves intacta.
Un espiral se dibuja
en tus dientes que ya no son de niña.
Serpiente nocturna
ya no eres una niña.
¿Cuántas décadas cargas?
Deja tu canasto fértil
y báñate desnuda junto a mí.
Vísteme con tus cabellos negros,
rojos, amarillos de sol.
Acéchame, mientras sea necesario.
Porque abandonarme,
es como enviar a tu niña a la cruz.
Y me vuelvo vacío cuando no te huelo.
Tus grietas son mis orgasmos.
Serpiente nocturna
Morena tu lengua
Ensaliva mi canto
Con tus fluidos.
Amapola Araya (Coquimbo, 1997).- Actriz y creadora experimental, poeta autodidacta por necesidad. Publicada en dos antologías "Poetas del Norte" (Antofagasta 2018) y "El color de las palabras" (Bolivia 2019).
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