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Renunciar a la certeza de morir. 5 Poemas de Isidora Vicencio

  • Foto del escritor: Tertulia Cero
    Tertulia Cero
  • 22 sept 2019
  • 2 Min. de lectura

Poeta Isidora Vicencio

Aguilucho nocturno


Emites un sonido de torturas dulces

como desgarro imperceptible de garganta

que se quiebra en un paraje antiguo.

¿A quién buscas incansable?

Por cierto que de noche las cosas son otras

y el gusano que comiste en madrugada

no se puede comparar con ese gran cadáver

devorado por naturaleza propia

de lo que va quedando anclado

a esta versión de los días.

No protestaré por muertes dadas

ni por muertes visitantes.

Si clavaste tus garras en un cuerpo

y arrancaste su cabeza con rapacidad triunfal,

puede ser en realidad que temo convertirme en presa

y revisto una forma incuestionable

con harapos retorcidos de la compasión.


Oleaje


Yo sano la herida en la noche

que el brujo clavara su diente

diciéndome sola y torcida.

Si acabo la vida, no por su boca,

será por la propia mano que nace

no monstruo animal, peor bestia.

Por dentro se me abre un hocico que muestra los dientes

la última fuerza que busca espantar la carroña.

Entonces el aire se aplasta en el agua

una furia de sal me retuerce

dejaré de sentir que la carne palpita.



Isidora Vicencio

La avaricia del cuerpo que es mi nombre


Confieso mi espera de morir

porque me estoy cansando de materias y partículas.

Quiero permanecer callada

caminar un sendero sin hombres

volverme animal olvidado que habito cómoda.

Me entristece la carne de la soledad

y la forma de mis palabras.

La avaricia del cuerpo que es mi nombre

por un par de monedas torcidas.

Mi consuelo no es sangre ni verbo

tampoco me calma una madre.

Quiero dejar que mi nombre se disuelva

solo así podré habitar la casa

que es toda silencio.


Nocturna


Con esta transparencia solo puedo ir dando tumbos por la vida

la mácula me agacha la cabeza en el camino

conozco los terrenos de la noche

sin terror de ocultamiento

soy noche ocultamiento

el yo que pregunta.

Una ternura me abraza acaricio

mi horror lo bello que sangra

me aterra encontrarme

no temo una muerte otra muerte,

ansío su llegada, fanatismo huérfano.

No niego mi naturaleza

con la hipocresía de los números.

Caminando de noche sabemos

la frecuencia en que vibra la hoja que cae.


Un designio pasa volando


A veces veo el mismo pájaro

haciendo diferentes trayectorias

una tela como arácnida

le cuelga de una pata

una tela que sale de mi pecho

A veces pasa el día

sin que pase nada

Ahora me pregunto por los subterráneos

será que bajo el suelo encuentro

todas las respuestas

Cuánto más irá a durar este silencio

de puerta milenaria

cuánto más este tiempo escogido

la observación

el proceso de una forma

conversaciones prolongadas

hasta la hora prohibida

el cuerpo desnudo a la intemperie

He heredado esa forma de mirar

de hace unos días

un tiempo no le pertenece a nadie

He alcanzado la frontera

de la trayectoria

el designio se disuelve

como el límite y la línea

fe de ser lo que se es

y al mismo tiempo renunciar

a la certeza de morir.


Isidora Vicencio. Puerto Cisnes, 1992. En el año 2016 publicó el plaquette de poesía “Primeras Casas” en la editorial Caletita (Monterrey, Nuevo León, México). También fue antologada en “Contramarea” (2012, Editorial Summa, Lima, Perú) y en “Escritores en el Zaguán tomo III” (2016, Editorial La Tregua, Concepción, Chile). Algunos de sus poemas se encuentran disponibles en formato digital en revistas electrónicas de literatura como “Círculo de poesía” (México, 2014) y “La ubre amarga” (Bolivia, 2018). Su publicación más reciente es el poemario “Casas enterradas” en la editorial LAR, Concepción, Chile 2018.

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